Viaje al sur de Tailandia.

Viaje al sur de Tailandia.

Nos fuimos hasta el Mar de Andamán, en el sur de Tailandia, para escalar acantilados en Railay, ser parte del bullicio de Koh Phi Phi Don, hacer una travesía por las playas de Phi Phi Leh y luego relajarnos en una tumbona en Koh Lanta.

En la costa continental oeste de Tailandia, dentro de la provincia de Krabi, abrigada por promontorios kársticos, se halla la ciudad balnearia de Ao Nang. En su calle central reside una completa oferta de hospedajes, locales gastronómicos, souvenirs y excursiones que finaliza en un paseo costero donde se alza una escultura de pescadores luchando contra un enorme pez espada. La playa es amplia y de arena dorada, bañada por aguas turquesas. Es un lugar estratégico para planificar travesías. Cerca de Ao Nang aunque solo accesible por mar, a pesar de estar en el continente, se localiza la maravillosa Railay, una pequeña península rodeada de selva y acantilados calizos, famosa por ser enclave de escaladores y por sus playas de ambiente relajado y multicultural. A un trekking de unos diez minutos que franquea un promontorio con desvío a cuevas, está la menos concurrida y más hippie Tonsai.

Sin embargo, quienes ilustran las postales de Tailandia, es la dupla de islas Phi Phi Leh y Phi Phi Don. Esta última se destaca por sus fiestas interminables. Llena de cantinas, restaurantes, hospedajes, tiendas de recuerdos, tatuadores, locales bailables y hasta una animadísima pool party, Phi Phi Don no descansa. Por la noche, los principales disco bar presentan espectáculos que incluyen malabares y acrobacias con fuego, junto a destacados dj internacionales. Las antojadizas callecitas son íntegramente peatonales.

Desde alguna de las agencias de turismo de las muchas que hay, se puede contratar un crucero hacia su hermana menor Phi Phi Leh. Allí no hay hoteles, ni discotecas, ni casas de comida, ni nada más allá de la naturaleza en su máximo esplendor. Solo escarpados peñascos, playas de arena blanca, un mar cristalino colmado de arrecifes de coral en donde se pueden hacer asombrosas inmersiones con máscara de snorkel, en la búsqueda de Nemo u otros peces increíbles. Las travesías incluyen paradas en varios sitios: la célebre Maya Bay, donde se filmó la película “La Playa” protagonizada por Leonardo Di Caprio, la Laguna Esmeralda, la Cueva Vikinga, la Monkey Beach (habitada por una colonia de monos), Playa Mosquito y la Isla Bamboo, de arena sorprendentemente blanca y suave, como si fuera harina. Finalizando la excursión, el longtail que me transportaba, apagó los motores para disfrutar del atardecer. Luego, cuando ya estaba anocheciendo, el guía nos invitó a todos los que participábamos del tour, a que bajemos al mar. Con las máscaras de snorkel sumergimos la cabeza y al agitar el agua, vimos cómo se encendían montones de lucecitas en torno a nosotros. El plancton bioluminiscente reacciona al movimiento en la oscuridad, produciendo luz y generando un efecto asombroso.

Koh Lanta

Auténtica, sosegada y culturalmente rica, la selvática Koh Lanta es un remanso en el sur de Tailandia. Alquilar una moto, permite recorrerla de lado a lado, deteniéndonos por momentos para reconocer su carácter. En la isla conviven con los turistas tres grandes grupos culturales: los budistas, los musulmanes y los gitanos del mar. Estos últimos fueron desplazados desde el sur de China hace 4000 años y se asentaron tanto en Tailandia, como en Myanmar y Malasia. Llevan una vida semi nómade y son grandes conocedores del océano.

Al sur de la isla se encuentra el Parque Nacional Mu Ko Lanta con parajes inolvidables, senderos para caminatas, un pintoresco faro, campings y algunos bungalows.

 

Las kilométricas playas de la costa oeste, bañadas por un mar de jade poco profundo y perfecto para nadar, convirtieron a esta isla en mi preferida. En Long Beach, por ejemplo, nadie se sentirá abrumado por la cantidad de gente tumbada al sol, ya que el espacio es tan amplio, que permite que todos disfruten de la tranquilidad por igual. Es imposible ser indiferente a la belleza de Katiang Bay, este recodo de arena flanqueado por acantilados y jungla. En sus extremos, la presencia de arrecifes permite hacer snorkeling. En Klong Nin Beach las tardes se pasan con un trago en la mano, en alguno de los pintorescos bares que la secundan. Todas ellas prometen una espléndida puesta sol.

Al googlear imágenes sobre Tailandia, lo primero que revela el buscador, son maravillosas playas, con un longtail boat meciéndose sobre aguas turquesa, abrazado por caprichosas formaciones kársticas. Retratos que parecen irreales por su perfección. Sin duda, fueron esas fotografías las que terminaron de convencerme para realizar este viaje. Y al momento de estar allí, al sumergirme dentro del cuadro para ser yo una pieza de esa fotografía, la realidad excedió de forma inolvidable cualquier expectativa que me haya hecho.

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@intiyo

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