Alemania para enamorarse.

Alemania para enamorarse.

Alemania es conocida principalmente por sus grandes ciudades y bonitos paisajes naturales pero, ¿habéis oído hablar de la Ruta Romántica alemana? Se trata de una ruta de 372 kilómetros que enlaza 16 pueblos de cuento en los que puedes disfrutar de castillos y casas medievales trasladándote por completo a otra época. La ruta va desde el centro hacia la zona sur del país, con la ciudad de Wurzburg en un extremo y Fussen, al límite con los Alpes, en el otro.

La ruta merece ser recorrida con calma, pero qué lugares de la ruta visitar o por cuánto tiempo hacerlo, dependerá de los días de los que dispongas. En mi caso no fueron muchos porque quería abarcar otro imprescindible del país, la Selva Negra, por lo que escogí cuatro puntos de la ruta de los que quedé completamente maravillada.

 

Rothenburg ob der Tauber

Se trata de un pintoresco pueblo del distrito de Ansbach, Baviera, situado junto al río Tauber, que da lugar su nombre. En realidad es una pequeña ciudad, de unos 10.000 habitantes, rodeada por una muralla medieval por la que puedes pasear y disfrutar de una bonita perspectiva del lugar. Rothenburg alberga en su interior una estampa de postal, tanto es así que Disney se inspiró en él para crear el escenario de la película “Pinocho”.

No te puedes perder la “Clock tower” (la torre del reloj), la plaza central, donde se celebra uno de los mercados navideños más famosos del país y en donde se encuentra el bonito ayuntamiento de piedra, las puertas fortificadas y su imponente catedral. Si eres un amante de la navidad, encontrarás el paraíso en la tienda “The Wolrd of Käthe Wohlfahrt” especializada en artículos navideños en donde la navidad se vive durante todo el año.

Si quieres saber cuál es la mejor forma de conocer Rothenburg es perdiéndote entre sus calles, cada una de ellas tiene algún detalle especial desde su empedrado hasta los bonitos letreros de las fachadas que indican si hay un hostal o alguna tienda en ese edificio.

Para comer, recomiendo que pruebes los bocadillos de salchichas de la charcutería, baratos (alrededor de 3 euros) y espectaculares, reconocerás la charcutería por la cola de personas que habrá en su puerta a la hora de comer. Para rematar la comida, qué mejor que degustar uno de los postres típicos de esta zona, las “Schneeballen” (bolas de nieve), unas colas hechas con masa parecida a la de las orejuelas españolas cubiertas de azúcar, chocolate o dulce de leche… ligerito, vamos.

Si el pueblo en sí es un espectáculo, los alrededores no se quedan atrás. Rothenburg está completamente rodeado de zona boscosa.

 

Dinkelsbühl

Dinkelsbül es otra ciudad antigua del distrito de Baviera, situada a orillas del río Wornitz. Esta pequeña ciudad no tiene el mismo encanto que Rothenburg y tampoco el mismo ambiente, pero sus casas, tiendas artesanales y calles de estilo medieval hacen que te sientas igualmente en un escenario de cuento.

Es también un pueblo amurallado con torreones, entre los que se encuentra la torre de la princesa Rapunzel, con una larga trenza amarilla que cuelga por la ventana. El paseo fuera de sus murallas junto al río merece realmente la pena.

 

Castillo de Neuschwanstein

Por si este majestuoso castillo no fuese lo suficientemente imponente, se encuentra en una zona privilegiada, al pie de los Alpes, rodeado por montañas y bosques, en el límite de la frontera con Austria.

Este castillo fue construido por Luis II de Baviera, conocido como “el rey loco” por ser un loco del romanticismo que no tuvo la suerte de vivir para verlo terminado. En este castillo puso también su ojo Disney para inspirarse en la creación de su característico logo.

Bajo el bosque en el que se encuentra el castillo hay un parking en el que puedes dejar el coche para posteriormente subir a éste andando, en bus o a caballo. Recomiendo la primera opción, ya que no es mucha la distancia (unos 10 minutos a pie) y el paisaje hasta arriba es muy bonito. Se puede acceder al interior del castillo, aunque solo el 30% es accesible para el público. La entrada son 13€ y va por turnos de grupos de gente.

La mejor zona desde la que fotografiar y contemplar el castillo es desde el puente Marienbrücke, al que se accede por un bonito sendero que sale de la zona trasera del castillo.

 

Fussen

Este pueblo, pequeño pero encantador, tiene nada más y nada menos que los Alpes a sus espaldas, con unas vistas a las montañas que le aportan una magia especial. Por si esto no fuera poco, Fussen está rodeada por las turquesas aguas del río Lech.

Cabe destacar sus originales fachadas y animadas calles repletas de cafeterías y pastelerías. Si te gustan los Bretzels, la típica rosquilla enlazada alemana, recomiendo que los probéis aquí ya que son artesanales y están riquísimos. También merece la pena visitar el lago, es una zona muy bonita rodeada por árboles en la que hay gran cantidad de aves.

 

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