Círculo Polar Ártico: viajando entre ballenas, orcas y auroras boreales.

Círculo Polar Ártico: viajando entre ballenas, orcas y auroras boreales.

Durante nuestro segundo viaje al viejo continente pasamos por algunos de los países nórdicos.
Visitamos Noruega e Islandia, cuando estábamos preparando nuestro viaje investigamos muchísimo acerca de nuestros destinos. Noruega nos tenía muy intrigados, leímos mucho acerca del avistamiento de ballenas en un lugar del norte noruego que se llama Andenes. Se trata de un pueblo muy chiquito, con unos 2.600 habitantes que conforman la población más septentrional de la isla de Andøya, en las Vesterålen, así como de la provincia de Nordland. Este lugar se encuentra ya a unos 300 km. por encima del círculo polar ártico.

 

En uno de esos días de investigación, mandamos un par de mails a lugares que se dedican al whale whatching en este pueblo que luego nos enteramos que eran dos. Para nuestra sorpresa, nos respondieron en castellano el email que habíamos enviado en inglés, un tal Ronnie.

Ron Son es un alemán biólogo que vive en Noruega y habla un excelente castellano. Ronnie en uno de sus mails nos comentó que en las oficinas de Sea Safari tenían habitaciones para hospedarnos. Habíamos estado buscando y el hospedaje en Andenes es bastante caro, así que optamos por quedarnos en Sea Safari.

Para llegar a este pueblo tuvimos que tomar 3 vuelos desde Barcelona, Barcelona – Oslo, Oslo – Evenes, Evenes – Andenes y demoramos aproximadamente entre vuelos, embarques, esperas, etc. unas 8 horas.
El tercer vuelo lo hicimos con la aerolínea Wideroe, que es una de las pocas que va a estos destinos tan pequeños. Solo éramos 5 personas que volábamos a este destino en un avión súper chiquito! Era un De Havilland Canada DHC-8-300, esos de hélices y muy pocas plazas.

Llegamos a eso de las 8PM, ya era de noche y al otro día nos dimos cuenta que cerca de las 17hs., en esta época de año (nosotros fuimos en febrero), ya empieza a anochecer.
Ronnie nos fue a buscar al aeropuerto y nos llevó hasta nuestra casa que, casualmente, es su lugar de trabajo. Nos invitó a que nos cocinemos lo que quisiéramos y al otro día llegó muy temprano y nos despertó con el desayuno.
Nevaba como nunca vi en mi vida y como había tormenta de nieve ese día no pudimos salir a navegar, así que aprovechamos para ir al supermercado y conocer el pueblo.

Recorrimos todo el pueblo, la playa, conocimos el supermercado, la panadería donde aprovechamos y nos tomamos un cafecito caliente con una factura o bollo, que por cierto son muy ricas y es lo único que te cobran, ya que el café es gratis. Fuimos al museo de las ballenas y nos enteramos de datos muy buenos acerca de los cachalotes, especie predominante en la zona.

 

Orcas a la vista

Llegó el día de embarcarnos para ver ballenas, solemos hacer avistaje en cada lugar que vamos y que se puede hacer esta actividad. Nuestra idea era ver orcas (Killer whales), sabemos que podes ver o no, Ronnie nos dijo que por la época iba a ser muy difícil ver orcas y cachalotes, ni hablar de los frailecitos, un ave muy simpática y colorida.
La tormenta seguía, pero según Ron y Ocean, la compañera de Ronnie, en alta mar se podía navegar muy bien. Allí fuimos los 6 pasajeros, Ronnie y Ocean. Era un gomón, bote inflable o zodiac, los asientos eran tipo caballito y con un pasamano adelante para agarrarse.
Te dan trajes súper abrigados, teníamos camisetas y pantalones térmicos, camperas de invierno, guantes y medias térmicas, botas, calentadores de pies y mano, gorro y cuello polar… con todo eso aún sentíamos que se nos congelaba la sangre, pero era tanta la emoción que nada importaba!

Fueron unas 2 horas y media de navegación, había mucho viento y el bote iba en el aire literalmente. Los muchachos del bote no se sintieron muy bien y se tuvieron que ir a la parte trasera, hasta el momento no habíamos tenido suerte. De golpe apareció un cachalote muy cerca, fue increíble, luego vimos un par más, hacía mucho frío y Ronnie decidió que era hora de volver. No había señal de orcas, tuvimos la suerte de ver un frailecito volando cerca del bote. Recuerden que Ron había dicho que no íbamos a ver ni cachalotes ni frailecitos ni orcas, ya habíamos visto 2 de los 3, todo indicaba que las teníamos que ver.

Cuando estábamos navegando hacia el puerto, aparecieron. Desde que vi la película Free Willy (“Salven a Willy”), soñaba con este momento, se me aceleró el corazón, escuché varios soplidos. Eran varias orcas y entre ellas había una cría, debo reconocer que lloré de la emoción, estaba en el círculo polar ártico, en un gomón, rodeada de orcas y con mi compañero de vida, que más se podía pedir?

Andenes y la caz de las auroras boreales

Nos quedaban 2 días en Andenes y era el principio de nuestro segundo viaje por el viejo continente. Llegó la noche y Ronnie nos quiso llevar a conocer otros lugares de Andenes. Entonces decidimos hacerle frente a una tormenta de nieve que nos hacía pensar que el mundo terminaba esa noche. Pasamos a buscar a Ocean y su cámara, cruzamos una montaña, mientras el viento sacudía la camioneta de una manera que no puedo explicar. Estaba todo congelado, pero a pesar de eso nosotros seguíamos camino hacia Bleik, un pueblo al lado de Andenes, con una bahía que muy a menudo es visitada por orcas.

Llegamos a la playa de Bleik, caminamos un rato. La arena nunca la sentimos porque la nieve nos llegaba hasta las rodillas, se escuchaban las olas y se sentía un frío que nunca habíamos experimentado. De golpe desaparecieron las nubes, el cielo se tiñó de verde y se movía para todos lados, estábamos viendo nuestra primer aurora boreal y aún no nos habíamos dado cuenta.

Estábamos los 4 solos en esa playa inmensa, con el cielo de colores más lindo del mundo, con las estrellas fugaces que pasaron a saludar para cerrar esa noche mágica. Linda despedida nos estaba dando el círculo polar ártico.

El día de la partida Ronnie nos quiso llevar al aeropuerto. El vuelo que nos llevaba a Oslo partía a las 5 de la mañana. Él nos enseñó sobre su pasión, el mar, las ballenas y las aves; nos llevó a ver nuestra primera aurora boreal; estuvo siempre atento a nosotros y nos ayudó en todo lo que necesitamos. Sin dudas, una de las personas más lindas que conocimos en este viaje.
Noruega sabe que vamos a volver a caminar sus calles y revolcarnos en su nieve otra vez!

 

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